Aínda que seguramente o artigo de Almudena Grandes , publicado no suplemento dominical do xornal El País a comezos de mes, non pasou desapercibido para todos os que non queremos sumarnos aos pesimistas que presaxian a desaparición do libro, non quero deixalo pasar sen incluilo nos favoritos de Bibliomanía. Non é a primeira vez que nos facemos eco da súa voz. En agosto publicamos outro artigo seu sobre o poder de contaxio da lectura, O tesouro do capitán Flint. Daquela co inicio do curso, agora co remate. Un bo broche para sucumbir a tanta borracheira de sensacións. Deleitémonos co tacto, sempre suxestivo, dun libro nas nosas mans, co seu aroma de recén estreado ou de vidas ocultas que os poseeron.
"Los libros recién hechos huelen bien, a primavera. La primavera huele a libros nuevos, esa fragancia inefable para la que no existen adjetivos ni sinónimos posibles, el olor que desprenden las flamantes cubiertas plastificadas, la intacta tirantez de los lomos adolescentes, tersos aún, sin una arruga. Los libros viejos, esos que posan sobre la piel una pátina tenaz, amarillenta, huelen igual de bien, pero su aroma es diferente. Los libros leídos huelen a vidas ajenas, misteriosas vidas de desconocidos, hombres de piel áspera, mujeres de uñas pintadas que los sostuvieron entre las manos cuando eran nuevos y olían a primavera, mientras aún desprendían el perfume de los libros recién hechos, papel, tinta y amor. Sobre todo amor.
El amor que inspiran los libros es una pasión compleja, tan difícil de explicar como la vida, a la que nutren y de la que se alimentan. El amor que reúne a un autor y a un lector alrededor de un diseño inmejorable, ese objeto tan simple y tan perfecto, tan barato, tan versátil, tan fácil de utilizar y reutilizar tantas veces, ligero, pequeño, fácil de transportar y rigurosamente dócil a la voluntad de su dueño, porque no necesita pilas, ni enchufes, porque nunca se cuelga, ni necesita actualizaciones, porque, más allá de la educación primaria, no requiere preparación alguna, y puede usarse igual debajo de la tierra y a nueve mil pies de altura –¿cómo pueden soportar los vuelos transoceánicos las personas que no leen?–, es de esos amores que le cambian la vida a cualquiera. Por eso es justo que la primavera ame los libros, que los libros se enamoren de la primavera.
Escribir un libro es inventar una isla desierta y desear apasionadamente un naufragio. Cada libro que se publica es un punto nuevo, una mota negra, redonda y diminuta, en el inabarcable azul del conocimiento, del pensamiento humano. Cada autor lo ha creado con sus playas y sus volcanes, sus ensenadas y sus peligros, sus selvas, sus desiertos. Y ha previsto que sea habitable, ha llenado sus mares de pesca y sus bosques de caza, ha escondido entre sus rocas estratégicos manantiales de agua potable, ha fecundado a conciencia sus llanuras para sembrar frutales y cocoteros, y se ha elevado a la altura de Dios, aunque haya tardado mucho más de seis días en crear todo esto y comprobar que es bueno. Después, irremediablemente humano otra vez, se ha limitado a cruzar los dedos para desear con todas sus fuerzas que un barco se hunda cerca de sus orillas, que al menos un hombre, una mujer superviviente, se deje salvar por las olas para recobrar la consciencia tumbado en la arena. A partir de ahí, todo el poder es del náufrago. De su voluntad depende que esa isla deje de estar desierta, que crezca, que se expanda, que se consolide como un continente fecundo y poderoso, o que esa mota negra, abandonada al azar de los mapas, pierda su forma, destiña su color, encoja de tamaño hasta convertirse en una sombra parda, después gris, un recuerdo borroso, frágil, polvoriento, por fin nada.
Claro que Robinson Crusoe me cambió la vida. ¿A usted no? No sabe la envidia que me da, porque eso significa que todavía podrá leerlo por primera vez. Que todavía podrá experimentar la emoción suprema de ese instante en el que Robinson sale de su cabaña, mira al suelo como todos los días, y ve en él una plantita verde, tierna, que le resulta conocida, porque es trigo, un grano de trigo que ha llegado hasta allí no se sabe bien cómo, porque él buscó afanosamente el grano que transportaba su barco sin encontrarlo jamás, y sin embargo, una sola semilla debió quedarse pegada en una tabla, en una caja, en el fondo de un saco, para desprenderse a tiempo, para caer en la tierra y recibir el agua de la lluvia, el calor del sol, hasta germinar a escondidas. ¡Oh, qué trampa sublime, oh, qué majestuoso artificio, oh, qué gloriosa osadía, oh, qué maravillosa rueda de molino, de esas que, al tragarlas, alimentan más que el pan! ¡Cuántos granos de trigo nos están esperando en todos esos libros que nos quedan por leer!
Si sale a la calle, si se deja guiar por la voluntad del sol en las mañanas lentas, perezosas, de esta primavera con prisas de verano, encontrará más de los que sea capaz de llevarse a casa en media docena de bolsas de plástico. Es posible que ahora mismo le estén llamando, que estén gritando su nombre, hasta sus apellidos, porque aunque usted no se lo crea, ya le conocen. Vaya a su encuentro, no lo dude. Mírelos, tóquelos, respírelos, sucumba a la borrachera de tinta que se desparrama desde el borde de todas las casetas de todas las ferias abiertas en casi todas las ciudades de España, y aspire su perfume. Porque los libros recién hechos huelen bien todo el año, pero cuando su olor se mezcla con el de la primavera, fabrican un aroma muy parecido al perfume de la felicidad
El País Semanal 07-06-09
Imaxes de Lali
2 comentarios:
Precioso artigo de Almudena Grandes,
e unhas estupendas ilustracións.
Felices vacacións de verán.
Ata pronto.
RAIOTECA dende Pontedeume.
Recurro a este comentario aunque esté fuera de lugar porque no se donde enviarte mi mensaje, pero en dura lucha contra los elementos he publicado mi segundo libro, Doron Benatar Berlín 10119, y busco la forma de darlo a conocer. Si me puedes apoyar mencionándolo en tu blog te lo agradeceré en el alma.
Doron Benatar Berlín 10119.
Un detective judío madrileño, un poderoso mafioso reciclado de la antigua nomenclatura comunista de la Alemania Oriental, un rico exiliado ruso opositor a la camarilla de poder que gobierna en Rusia, y el propio servicio secreto ruso (FSB antigua KGB) confluyen sobre un mismo objetivo: Hacerse con la joya más codiciada de los últimos cien años y que guarda en su interior un secreto largamente buscado. Un nuevo caso para el detective existencial Doron Benatar.
Doron lleva unos meses en el dique seco por decisión propia tras haber visto como atropellaban y mataban intencionadamente a Natalie, la chica de la que estaba enamorado. Su madre le pide un gran favor, que ayude a una buena amiga, Esther Brecht e investigue respecto a la actual situación y titularidad de la casa que la familia Brecht abandonó precipitadamente huyendo de Berlín Este la noche antes de que el Muro se levantara. El detective acepta el compromiso a regañadientes y viaja a Berlín para interesarse por la propiedad pero descubre que la casa ya no existe y que sobre ese terreno se construye ahora un edificio de oficinas de lujo porque el lugar ha obtenido una enorme plusvalía. También descubre que el actual propietario es una empresa de un político de la antigua Nomenclatura comunista reciclado al capitalismo más salvaje. Esa misma noche el detective es asaltado al igual que su habitación de hotel. Poco a poco el peligro va creciendo y Doron descubre que quienes se interesan por la casa buscan algo de un valor incalculable que llevaba encima el padre de su clienta el día que escaparon a la zona Oeste y por lo que no dudarán en asesinar a quien haga falta sin escrúpulo alguno.
Como en el anterior libro, se intercala la acción con cuentos de la autora y con los preparativos de boda de su primo David Horowitz. Toda la familia Benatar, así como la familia Horowitz venida de México, se desplazaran en pleno a Melilla para el desposorio ya que la novia, Jacqueline, es una joven judía melillense que desea casarse en su tierra siguiendo las antiguas tradiciones sefarditas de una boda berberisca. Con esta, mi segunda novela, continúo en mi afán de aportar un poco de conocimiento respecto a la cultura hebrea ambientada en una familia judía de padre sefardí y madre ashkenazí en el Madrid de hoy día.
Además, el libro tiene su anécdota que brevemente os cuento: “Quiero que mi libro, Doron Benatar Berlín 10119, cueste 12 €”, dije. “Eso no lo decides tú. ¿Quién te crees que eres?”, me respondieron. No me desanimé. Sigo con el mismo coche, en la misma casa, y casi con la misma ropa porque lo obtenido con el primer libro lo he metido en este segundo para producirlo y… ¡Claro que cuesta 12 €! Incluido el envío a España y Latinoamérica mientras se abre camino en las librerías, y además, al que quiera se lo puedo dedicar.
http://www.autopublish.es/libreria/doron-benatar-berlin-10119-p-1762.html
Aída Berliavsky
www.doronbenatar.com
http://doronbenatar.blogspot.com
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